Confianciplastia

Hoy, al salir a tomar café con mis compis de oficina, nos hemos sentado en una terraza al lado de dos chicas de unos veinticinco años que tenían una conversación que nos han dejado flipadas. Una le decía a la otra:

  • Todas las tías a las que sigo en Instagram están operadísimas. Cómo se nota que tienen dinero.
  • Ya, maja. ¡Es que es carísimo! Yo fui la semana pasada a preguntar para operarme de la nariz y, ¿te puedes creer que cuesta lo mismo que hacerse un aumento de pecho?
  • ¿En serio?
  • Sí. Y evidentemente, para gastarme ese dinero, prefiero ponerme tetas. Pero no puedo porque solo tengo ahorrados 500 euros. Así que he preguntado para ponerme labios y me lo voy a hacer la semana que viene.

Me sorprendió oír una conversación tan banal sobre la cirugía estética, porque yo precisamente tengo muy buen concepto de ella y creo que, bien aplicada, puede ser una gran herramienta para nuestra salud mental.

Parece que tenemos un concepto de que la cirugía estética es muy superficial y que solo nos parece terapeútica cuando hablamos de una reconstrucción de pecho después de una mastectomía… pero la verdad es que puede serlo en muchas otras situaciones, incluso para personas que estén muy seguras de sí mismas y no tengan unos complejos que les limiten en su día a día.

Os voy a contar el caso de dos amigas mías que se han sometido a intervenciones de cirugía estética en este último año. Dicho así, puede sonar a la típica crisis existencial que entra antes de los cuarenta, en la que nos damos cuenta de que nos estamos haciendo mayores y nos empezamos a hacernos liftings y ponernos botox para vernos de nuevo jóvenes y estupendas, pero no es el caso de estas chicas.

La de la reducción de pecho decía que desde que le salieron las tetas con dieciséis años, sintió que esa parte del cuerpo no era suya, porque el tamaño estaba completamente desproporcionado respecto al resto de su anatomía, y porque además, al crecerle tan rápidamente, tenía unas tetas enormes pero muy caídas, que la hacían parecer mucho más mayor. Aparte de que vestida, también la hacían parecer bastante más gorda.

Esta chica de la que os hablo no tenía aparentemente complejos. Era una chica que llevaba ropa más tapada en invierno, y en verano más destapada (vamos, como todas). Iba a la playa y se ponía en bikini sin más miramientos. Pese a no gustarte nada esa parte de su cuerpo, no le ha supuesto problemas a la hora de desnudarse delante de un hombre o de tener relaciones con ellos… Vamos, que no le impedía tener una vida normal. Pero aún así, a pesar de que aceptaba esa parte de su cuerpo… no le gustaba.

Pero, a pesar de eso, decía que tener ese par de tetas como dos balones era una incomodidad que le generaba situaciones violentas a diario, porque por ejemplo era imposible hablar con un hombre sin que la estuviera mirando fijamente a las tetas todo el tiempo, incluso llevado escotes altos (y doy fe de que es verdad, porque me costaba no mirárselas hasta a mí, que soy una mujer heterosexual)… e incluso, andando normal por la calle, decía que todos (absolutamente todos) los tíos que pasaban le echaban una mirada a las tetas.

Al estar en un grupo con más gente, era muy normal que al gesticular le dieran sin querer en las tetas (pasaba muchas más veces de las que en principio se podría pensar), al acercarse a una mesa o una barra pegaba con las tetas en todos los sitios y tiraba cosas… y, a parte de eso, tenía cada vez más problemas de espalda por tener que sujetar todo ese peso. De intentar correr, saltar o hacer cualquier deporte de ese estilo ya ni hablamos, claro.

La operación de reducción de pecho no le ha supuesto solamente un cambio físico, si no que para ella ha sido algo totalmente terapéutico y ha hecho que esté completamente resplandeciente. Está mucho más feliz y se le nota hasta en el cutis. De hecho, cuando todos la vimos por primera vez le dijimos “Estás estupenda… ¿te has hecho algo en la cara? Se te ve más joven, más delgada, más sana”. Y todo ha sido porque al ese cambio, ha hecho que esté radiante, porque por fin se siente identificada con su cuerpo.

La otra se ha operado de la nariz. Es el mismo caso que la otra: no tenía complejos pero nunca le ha gustado. Se le torció la nariz a partir de un golpe cuando tenía quince años y pese a no ser algo muy evidente, nunca le ha gustado. Se operó y el día que se vio, incluso todavía con la cara amoratada e hinchada, se puso a llorar como una magdalena porque le encantaba su nariz y decía que por fin volvía a tener “su cara”.

Esta me contaba que si no se había operado antes era: con veinte años porque no tenía dinero y sus padres se negaban a pagarle la operación porque les parecía un capricho tonto, y después, con treinta años, porque le daba vergüenza que la gente notara el cambio y se dieran cuenta de que se había operado.

Ahora, con casi cuarenta, se lo podía permitir y lo que opine la gente ya le importa un carajo… así que lo ha hecho sin pensárselo dos veces. La otra no lo había hecho antes por miedo a la intervención en sí y sobretodo al post-operatorio, porque todo el mucho lo ponía como algo muy doloroso.

En lo que están de acuerdo las dos, es que de lo único que se arrepienten es de no haberlo hecho antes. Y yo viendo lo bien que les ha sentado a las dos y lo resplandecientes que están ahora, no puedo menos que aplaudir su decisión.

Y vosotras, ¿qué pensáis sobre las operaciones estéticas?

7 comentarios

  1. Yo creo que en las situaciones que has puesto estoy 100% de acuerdo. Yo misma muchas veces lo he pensado, tengo poco pecho y siempre he tenido complejo, pero no me he atrevido por la cirugía, me da miedo. Pero conozco un par de casos como los que has puesto y si ayuda a que una persona esté más a gusto consigo misma, adelante. Lo que no veo tan bien es la gente esta que se opera para tener las tetas más grandes, la boca más perfecta, o para parecerse a un famoso y se operan 3500 veces.

    1. A mí tampoco me gusta nada mi pecho (es prácticamente inexistente) y tampoco me pienso operar porque me pueden más los riesgos que las ventajas. Pero respeto y entiendo a quién lo haga.

      Lo otro, yo tampoco lo entiendo.

  2. No voy a opinar sobre lo que otras personas se hacen en su cuerpo.
    Pero sí te diré que ha empezado una tendencia estética, incluso en cirugía plástica, que busca acercar el cuerpo a las imágenes con filtros de Instagram.
    Así que veo tu apuesta y la subo.

    1. Madre de dios. Las orientales ya llevan años haciéndolo con los ultra maquillajes que se ponen que les cambian hasta la forma de la nariz con prótesis de látex…
      Está claro que siempre hay gente a la que se le va de las manos…

  3. Yo creo que las cirugías en las mujeres son una imposición del hetero patriarcado que pretende moldear a todas las mujeres igual, de acuerdo a un estándar de belleza física que mira solo los gustos del varón y no toma en cuenta la sensibilidad de la mujer. Es la misma idea y origen que la depilación, una auténtica tortura que solo satisface el criterio masculino.

    1. Yo en eso no estoy de acuerdo. Creo que la mayoría de las veces son cosas exclusivamente de las mujeres hacia ellas mismas. Jamás he visto yo que un tío vea a una tía buena y se fije en que tiene un poco de celulitis, cuando nosotras la vemos a la primera… o que prefiera a una tía que quepa en una talla 36 a una mujer con caderas.
      La mitad de los tíos con los que me he liado en estos años estaban depilados con láser y yo no… y a ninguno le ha importado. Las únicas que me han dicho «Joder, vaya pelos tienes, a ver si te depilas» han sido otras mujeres.

      Así que, lo siento, pero en este caso, estoy totalmente en contra de tu opinión :-/

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