Este año casi todos hemos pasado una Navidad diferente a las que estábamos acostumbrados. Porque el que no la ha tenido que pasar solo, la ha pasado en reuniones familiares limitadas o con muchas bajas.
Son fechas especiales y nos gustaría poder celebrarlas de otra manera. Pero lo que hace que la mayoría de las personas se frustren es querer repetir lo mismo que hacían hacen tres años. Cuando en la vida nunca nada se puede repetir.
La vida es cambio. Y es la resistencia a ese cambio lo que nos provoca dolor. Porque intentamos aferrarnos a lo que teníamos antes (y esto es aplicable en cualquier faceta de la vida) y sufrimos al ver que no podemos volver a tener aquello que tuvimos, en vez de disfrutar de lo que tenemos ahora.
Para mucha gente la vida pasa teniendo siempre nostalgia de tiempos pasados. Sin valorar las cosas buenas que tienen en el presente. Cosas por las que, sin embargo, sentirán también nostalgia dentro de unos años, cuando ya no las tengan.
El cambio es la única constante en nuestras vidas.
Por eso dicen que la felicidad se mide en la cantidad de incertidumbre que podemos soportar sin sentirnos incómodos.
Reconozco que a mí antes me costaba mucho más asimilar los cambios. Pero creo que, cómo todo en la vida, es algo que se puede entrenar.
Ahora, sean las circunstancias las que sean, intento disfrutar siempre y del presente y buscar lo mejor. Porque sé que mañana puedo no tenerlo. Y soy muuuuuuucho más feliz.
Por eso, este año os deseo que tengáis la capacidad de vivir el presente al 100%.
Sin tener la mente siempre en recuperar el pasado o lo que puede traer el futuro. Porque al fin y al cabo ni uno ni el otro existen. Y vivir solo en mundos que no existen es cosa de locos 😜