La primera impresión es la que cuenta

Recuerdo que hace veinte años, al hacer una compra, la bolsa más glamourosa que te podían dar, si tenías suerte, era la de El Corte Inglés. De repente Zara y Mango empezaron a dar bolsas de papel con sus compras… ¡¡¡y aquello ya era el lujo máximo!!! Ahora, pocas tiendas hay en las que al comprar no cuiden el empaquetado y el embolsado con todo el mimo del mundo. Y es que, muchas veces, el empaquetado es el que marca la diferencia.

 

Recuerdo que el primer año que mi ex-novio pasó el día de reyes en mi casa, le alucinó el mimo con el que todos nos molestábamos en envolver los regalos. Él los llevaba sin envolver y cuando nos los daba, no podíamos evitar mirarlos con un poco de desilusión, porque nos quitaba el placer de mirarlo por fuera, imaginarnos lo que había dentro, abrirlo despacio disfrutando de esos segundos antes de ver el contenido… Los nuestros sin embargo, estaban todos metidos en cajas hechas a medida, bien envueltos en bonitos papeles y con su correspondiente lazo… aunque lo que hubiera dentro fuera una birria.

El caso más exagerado quizá fue el regalo de mi padre a mi madre. Mi madre llevaba un par de meses diciéndole a mi padre que cuando fuera al pueblo le trajera legumbres de la zona, porque le gustan más que las de compra… y mi padre se hacía el loco, porque se le ocurrió pensar que además del regalo que le había comprado, podía regalarle también las legumbres el día de reyes para que hicieran bulto… porque seguro que le hacía más gracia así que si llegaba un día y simplemente le daba tres bolsas llenas de garbanzos y alubias. Así que compró las legumbres, tela de rafia y le mandó a mi tía coser tres saquitos a medida bordados… que después metió en su correspondiente caja grande con lazo.

 

Mi ex cuando los vio flipó, porque jamás se le hubiera ocurrido de 30 kilos de legumbres, para nosotros, podían convertirse en un regalo simplemente por estar correctamente envueltas en tres saquitos cuquis hechos a medida y metidas en una caja, igualmente cuqui. Y entonces yo le dije: «¿Por qué? ¿Acaso a ti te parece lo mismo llegar con tres jabones y un champú metidos en el bolsillo y dárselos a alguien, que regalarle una cesta de baño bien preparada? ¿A que no es lo mismo? Muchas veces es el envoltorio el que marca la diferencia.»

 

Vivimos en una sociedad en la que ya tenemos tantas cosas, tan marcada por el consumismo, y con una competencia tan feroz entre las marcas para llamar nuestra atención… que cada vez son más los detalles los que marcan ese punto de diferenciación y de calidad. A todos nos resulta ya raro ir a comprar algo a una tienda y que te den una bolsa lisa en vez de una bonita bolsa o caja personalizada con el logotipo y el nombre de la tienda. Por eso, para destacar sobre el resto, las empresas recurren a un packaging cada vez más cuidado. Y es que, está comprobado que un producto envuelto en un packaging personalizado te ayuda a vender más, a conectar con la persona que lo recibe, a dar una presencia cuidada y auténtica…

Como dicen en la web de Envolvis-cajas personalizadas (de donde son todas las cajas súper cuquis y originales que he puesto en este post): «No se puede transmitir calidad a través de un producto sin un buen envoltorio que lo contenga porque al final, el packaging es lo primero que vemos y sí… la primera impresión es la que cuenta».

 

Yo estoy completamente de acuerdo con esa afirmación.

Mi ex seguramente no… pero no creo que haya que tener en cuenta el criterio de una persona que es tan idiota como para haberme dejado escapar. 😏😏😏

 

Post patrocinado por Envolvis

2 comentarios

  1. Tienes toda la razón, suelo tener cuidado con los, detalles

  2. Es cierto, agrada muchísimo recibir un bonito empaque, aumenta el interés por lo que está dentro y le da plusvalía. Sandra, soy tu fan!!

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